Cerro Áspero (Córdoba): la peor acampada de mi vida

Primera parte

Habíamos decidido empezar nuestro viaje a las 4 de la madrugada el sábado 11 de enero. Guido, Tomi y yo salíamos de Buenos Aires en el Volkswagen Fox de Tomi y lo pasábamos a buscar a mi hermano Juan por Los Cardales, a unos 70 kilómetros.

Si bien sabíamos que haciendo paradas un viaje así de largo puede extenderse, los 800 kilómetros que nos separaban de Merlo, San Luis (donde íbamos a comprar las últimas provisiones antes de acampar en el Cerro Áspero), nos demorarían unas 9 horas según Google Maps. A las 14:00hs íbamos a estar llegando a destino.

Como Guido necesita ir al baño unas 2 o 3 veces por hora (en realidad exagero, será una vez por hora, pero aún así es muchísimo en un viaje así de largo, por lo que lo molestábamos con eso) e íbamos a parar a almorzar y cargar agua para el mate cada tanto, calculábamos que a más tardar llegaríamos a nuestro destino a las 16hs.

Gran error de cálculo.

Destino

La idea era esa tarde llegar a Pueblo Escondido, en el Cerro Áspero, y acampar ahí.

Pueblo Escondido es el nombre por el que se conoce una antigua mina de tugsteno abandonada. Funcionó hasta 1969, pero quedó deshabitado ese mismo año cuando cerró el yacimiento minero. Hoy es un grupo de casas, almacenes y galpones en estado total de abandono, en el que la naturaleza volvió a ser la única protagonista de este lugar enclavado entre amplios macizos rocosos.

Almuerzo en Almafuerte

Fuimos disfrutando del viaje: tomábamos mate, charlábamos, cantábamos y pasábamos música con las listas de Spotify que habíamos descargado antes de salir. El viaje no se nos hizo tan largo como pensábamos.

Al mediodía, después de pasar por Oncativo, paramos a almorzar en Almafuerte, una ciudad de la región central de Córdoba. Nuestra aventura gastronómica en la provincia empezó más que bien. Pedimos unas milanesas de pollo y carne: venía una tabla con 8 milanesas de distintos tipos acompañadas con papas fritas y ensaladas. Nos dimos una panzada.

Todo esto con el Lago Piedras Moras enfrente nuestro, así que fue un placer tanto para el paladar como para la vista.

Parador Playa Girón: 100% recomendado.

Cambio de planes

Seguimos por Embalse hasta La Cruz, con la idea de hacer el camino de ripio que nos llevaba hasta el Filo de Merlo pasando por Lutti. Este era el camino que queríamos hacer:

Tomi y yo íbamos durmiento en el asiento de atrás. En un momento nos despiertan Guido y Juan y nos dicen que veían una tormenta a los lejos en la montaña, y que quizás el camino que íbamos a agarrar, todo de ripio, iba a estar algo intransitable para el Fox.

Entre los 4 decidimos que lo mejor era llegar hasta Merlo, así que en vez de subir, bajamos a Río Cuarto para pegar la vuelta por el sur de la sierra, pasando por Achiras y subiendo por la ruta 1. Este desvío nos demoró un par de horas (ya habíamos superado el horario en el que pensábamos que íbamos a lograr llegar al Cerro Áspero, pero todavía contábamos con unas 4 horas más de sol, así que estábamos tranquilos).

Y este fue el camino que hicimos que no estaba nada mal:

El Filo de Merlo

Llegamos a Merlo, San Luis, compramos provisiones (sándwiches, snacks, aguas y cervezas) y agarramos el Camino del Filo para volver a entrar en Córdoba.

El Filo es un camino de montaña asfaltado, en muy buen estado (como todas las rutas en la provincia de San Luis) con unas vistas impresionantes. Hay un par de miradores muy lindos donde se puede parar a sacar fotos y tomar mate. Serían pasadas las 6 de la tarde cuando hicimos este camino de curvas, y no quisimos quedarnos mucho tiempo ya que todavía nos faltaba llegar al Cerro Áspero y empezar a caminar para alcanzar el Pueblo Escondido.

Llegada al Cerro Áspero

El camino asfaltado se convirtió en un camino de ripio en muy, pero muy, mal estado. Los primeros kilómetros los hicimos sin mucha dificultad aunque bien lentos, pero el último tramo tuvimos que bajar del auto e ir acomodando piedras en el camino para que el Fox pudiera avanzar, porque algunos pozos era cráteres.

El Cerro Áspero es increíble: uno de los más bellos del centro del país. Pero su nombre es muy apropiado. Sabíamos que teníamos que llegar a la casa de un tal Tano Albornoz y el nos cuidaría el auto, ya que a partir de ese punto empezábamos a caminar por nuestra cuenta.

Eran las 7 de la tarde cuando estacionamos por fin, sin haber hablado con este señor, pero los últimos 200 metros para llegar hasta su casa eran casi imposibles (al menos para un auto). Así que dejamos el Fox sobre un sector plano de la montaña.

Empezamos a armar nuestras mochilas. Cada uno debía llevar su bolsa de dormir, sus aguas, algunas provisiones y uno o dos abrigos. Además, teníamos dos carpas, que las íbamos a meter en una mochila grande de mochilero ya que la idea era tener las manos libres. Nos demoramos unos 20 o 30 minutos en organizarnos (entre todo eso apareció un enjambre de mosquitos, y uno tuvo la brillante idea de meterse completamente dentro de mi ojo y en mi desesperación me levanté el párpado completamente para que Guido metiera la mano y lo sacara antes de que se vaya para atrás y tuviera que salir corriendo a internarme o pedir eutanasia).

Las primeras malas decisiones

Nos dimos cuenta de que, teniendo varias horas de caminata por delante, las cervezas iban a calentarse mucho, así que tuvimos la brillante idea (y por cierto… ¡eso fue puro sarcasmo!) de sentarnos en unas piedras en la cima de uno de los picos a tomar las cervezas y comer los snacks.

Las vistas eran impresionantes, por lo que, en vez de tratar de arrancar en los próximos 10 minutos, nos quedamos un buen rato tomando fotos, haciendo un timelapse (salió horrible, los créditos son para Tomi) y disfrutando del paisaje. Se venía sobre nosotros una nube que parecía una pared blanca que nos iba a chocar.

Y lo hizo. En un minuto ya no veíamos más allá de unos pocos metros.

Cualquier persona inteligente hubiera decidido dormir en el auto, ya que no sabíamos bien cuál era el camino que debíamos tomar para llegar a Pueblo Escondido, nadie sabía que estábamos ahí, nos habíamos quedado atrapados en medio de una nube y se nos avecinaba la oscuridad en menos de media hora. Pero como no somos tan inteligentes como creíamos, decidimos que ya era el momento de emprender la marcha de dos o tres horas que nos llevaría a Pueblo Escondido.

Así que empezamos a caminar…

Esta fue la primera parte del relato del Cerro Áspero (Córdoba): la peor acampada de mi vida. Espero que les haya gustado y que hayan quedado con ganas de saber que pasó esa noche (ya que lo peor no llegó todavía). Cualquier pregunta o comentario me la dejan más abajo que respondo lo más rápido que puedo.

Acá les dejo la segunda parte del relato.