El peor hostel del mundo

¡Buenos días, gente! Realmente no puedo afirmar que este fuera el peor hostel del mundo. Pero fue el peor en el que yo me hospedé. Así que acá va mi historia:

paris

Allá por el 2015, en julio si mal no recuerdo, con mi tía Anina nos fuimos de viaje a Bolivia. La verdad que estábamos muy entusiasmados, como cada viaje que arrancamos juntos, y nos juntábamos las noches anteriores a planificar, discutir sobre Evo Morales, armar rutas, ver el presupuesto y todas esas cosas lindas que tienen los viajes cuando uno ya tiene elegido el destino.

Todo empezó muy bien: salimos de Aeroparque y llegamos a una ciudad a 3650 metros sobre el nivel del mar, La Paz. La metrópoli, considerada la que está a más altitud a nivel global, nos recibió más que bien. Nos encontramos con un clima templado (bastante bien comparándolo con el frió que venía haciendo en Buenos Aires). Una vez en el aeropuerto del Alto nos dirigimos al hostel que habíamos reservado desde nuestro país. Bueno… el que yo había reservado.

Primeras impresiones

bolivia

La ciudad estaba oscura cuando llegamos. Un taxi compartido nos dejó a unas pocas cuadras. Llegamos a la dirección y nos encontramos con una escalera interminable, que empezaba en la calle y terminaba en lo que sería un tercer piso donde estaba la recepción. Cansados, y sobre todo ya sintiendo la falta de oxígeno, subimos las escaleras para encontrarnos con una recepción vacía. Después de golpear y hacer algunos ruidos bastante obvios, para llamar la atención de alguien que probablemente estaba durmiendo del otro lado de la puerta, salió una persona de bastante de mal humor.

Le dijimos a esta persona que teníamos una reserva de una habitación para dos personas con baño privado. Este chico nos dijo que eso era imposible, porque ya no le quedaban esas habitaciones. Le mostramos nuestra reserva impresa, y dijo que de todas maneras nos iba a dar una habitación sin baño, porque ya no tenía. Pero que nos quedáramos tranquilos, porque podíamos utilizar los baños de abajo.

Mucho no nos gustó la idea, pero ninguno de los dos dijo nada: recién llegábamos a Bolivia, estábamos cansados pero entusiasmados y lo único que queríamos era dejar nuestras cosas y salir a comer algo para descubrir un poco la ciudad.

Cuando nos mostró nuestro cuarto claramente no era el de un hotel 5 estrellas. Nosotros sabíamos que estábamos yendo a un hostel (por pedido mío, ya que quería conocer gente con la que poder salir por las noches y un hotel me parecía un poco aburrido). Pero tampoco se parecía a la habitación de un hotel de 1 estrella. En realidad, no se parecía a ninguna habitación que hubiera podido estar preparada para recibir visitas. Era uno de esos lugares a donde van las personas que ya perdieron la fe.

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Descubriendo La Paz

Después de haber salido a caminar un poco en la noche paceña y comer nuestras primeras salchipapas hiperpicantes del viaje, volvimos a descansar, ya que realmente estábamos muertos. Habíamos hecho pocas cuadras, entre ida y vuelta no más de diez, pero las subidas y las bajadas ya las estábamos sintiendo, sumándole que no estábamos acostumbrados a la falta de oxígeno.

Cuando volvimos esa noche, ya cansados y sabiendo que los baños estaban en el primer piso, decidimos tirarnos ya a dormir y ducharnos recién al día siguiente, sin saber realmente lo que nos esperaba. A mi me costó bastante poder dormir. Me costaba respirar, pero de a poco me fui quedando dormido, a pesar de la falta de aclimatación a la altura, los ruidos que escuchábamos de afuera de nuestro cuarto y el olor a sucio de las sabanas.

A la mañana siguiente me desperté y mi tía ya estaba levantada, ordenando un poco sus cosas en la mesita que teníamos en el cuarto. Fuimos a desayunar ahí mismo en el hostel y salimos a disfrutar de la ciudad. Una vez que salimos del hostel, ya nos sentíamos mejor.

Realmente quedamos encantados con La Paz. Nos pareció una ciudad fascinante. Visitamos la Plaza de San Francisco con su Basílica, la Plaza Murillo con su Palacio de Gobierno, la Calle de las Brujas, donde nos leyeron las hojas de coca y, ya entrada la noche, fuimos a la calle Jaén, una de las más lindas de Sudamérica, donde entramos a una de las tabernas a cenar. Realmente caminamos muchísimo ese día. Mi tía estaba cansada. Ninguno de los dos había tomado una ducha desde antes de subir al avión el día anterior. Y yo ya estaba con ganas de salir. Era viernes por la noche.

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Tomar una ducha

Le preguntamos al recepcionista (esta vez un chico más amable que el de la noche anterior), dónde se encontraban las duchas. Con una sonrisa nos explicó adónde teníamos que ir. Excelente.

Mi tía, mucho más organizada que yo, agarro todas sus cosas y se fue directo a ducharse. Yo tenía mi mochila medio desordenada ya, así que tuve que sacar todo para poder encontrar la ropa y la toalla que necesitaba. Menos de 5 minutos después, mi tía estaba de vuelta en la habitación. Me dijo que no se iba a duchar hasta que fuéramos a Copacabana, dos días después. Me pareció raro, aunque sospeché cual podía ser la razón por la cual mi tía había decidido no ducharse, pero bajé yo a ver qué tal eran los baños.

Nunca había bajado todavía al primer piso. Ahí me di cuenta de que de dónde venía el ruido era de ese lugar. Abrí la puerta y me encontré con un boliche. Si, un boliche con todas las letras. Y el famoso baño estaba dentro del boliche.

El boliche que estaba abajo era un lugar de mala muerte. Entré, busqué los baños, y cerca de la pista de baile los encontré. Estaban en muy mal estado y pertenecían al boliche. Habría unas 5 o 6 duchas y ninguna tenía cortina. Adentro del baño había gente vomitando o drogándose y el piso estaba todo mojado. Imagine que el baño de mujeres estaría muy parecido a ese y que esa había sido la razón por la cual mi tía se había vuelto sin bañarse.

Volví al cuarto y ahí estaba mi tía. Decidimos ir a averiguar si teníamos la posibilidad de irnos a un cuarto con baño privado, y por suerte ya habían liberado uno, así que esa misma noche nos mudamos.

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Nuevo cuarto

Después de pasar nuestras cosas al nuevo dormitorio, y reírnos un poco de la situación que habíamos visto abajo, mi tía se pudo duchar al fin en nuestro baño privado. Agua fría, medio mugriento y muy chiquito, de esos que la ducha moja todo el inodoro, pero nuestro: sin gente vomitando ni drogándose. Excelente.

Después de darme mi primera ducha en 2 días, me cambié como para salir. Este nuevo cuarto tenía televisor, así que mi tía, que se iba a quedar acostada descansando, dijo que iba a ver un poco de tele a ver qué onda.

Lo enchufamos e intentamos prenderlo, pero no funcionó. Probamos todos los botones y enchufes por las dudas. Nada. Decidimos molestar una vez mas al recepcionista, aunque como este era mucho más amable, no nos daba tanta vergüenza. Nos dijo que el no sabía porque no andaba, pero que iba a llamar al electricista matriculado en no se donde, y que solucionaba todos los problemas del mundo, con el que contaba el hostel.

Después de un rato, llega el electricista experto. Sin herramientas. Sin nada. Pensamos que quizás sería algo muy sencillo. Empezó a tocar el televisor de todas las formas posibles, hizo cosas que no llegamos a ver, y nos dijo que seguramente ya funcionaría. Perfecto.

Lo enchufamos, lo prendimos, llegó a mostrar una imagen por una fracción de segundo, y explotó. Literalmente explotó. El cuarto se llenó de humo. Y nos dijo que ya no iba a poder arreglarlo. Suponíamos lo mismo. Nos quedamos sin tele. Esa noche me junté con los chicos del hostel, salimos, pegamos muy buena onda y volví a dormir alrededor de las 4am.

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Ultima noche en La Paz

Después de desayunar, esa misma mañana, nos fuimos directo al Alto. Impresionante. La Paz tiene un sistema de teleféricos que funcionan como los subtes: están interconectados y te llevan a lugares bastante inaccesibles a pie o en bus. Si no me equivoco tomamos la línea amarilla y visitamos los mercados del Alto. Por la tarde volvimos al centro de la ciudad, y caminamos todo lo que pudimos.

Esa noche se estaba organizando una fiesta en el hostel. Con algunos de los chicos fuimos a comprar bebidas, armamos unas listas con la música que tenía en el celular (no existía Spotify) y arrancamos temprano, como a las 9 de la noche. Era sábado así que abajo el boliche estaba explotado. Arriba nosotros estábamos organizando nuestra propia fiesta.

Salió todo bien. La verdad estuvo muy buena. Pero al día siguiente mi tía me dijo que por la noche había empezado a sentir frío y mucho ruido. En una de esas decidió levantarse para ver que estaba pasando: la puerta estaba abierta de par en par y afuera la fiesta que estábamos haciendo nosotros. Esa noche no habíamos cerrado con llave la puerta, ya que yo tenía que entrar más tarde. Y si no cerrabas con llave, esa puerta no se mantenía cerrada, así que se abría. Pobre mi tía tuvo que bancarse esa noche la fiesta prácticamente adentro de nuestro cuarto.

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Siguiendo viaje

Por suerte después de desayunar arrancamos para Tiwanaku. Desde ahí nos fuimos unos 4 días a Copacabana (a un buen hotel con baño privado y agua caliente). A la vuelta, antes de seguir viaje por el resto de Bolivia, decidimos pasar un par de noches más en La Paz, ciudad que nos había encantado. Y como el ser humano es el único animal que se tropieza dos veces con la misma piedra, terminamos en el mismo hostel. Misma habitación. Mismas sábanas que habíamos usado nosotros. Nuestras almohadas todavía tenían nuestro perfume, así que concluimos que nunca las habían cambiado o lavado. Después de todo lo anterior, hasta nos pareció lógico.

Más allá de toda esta “mala” experiencia que vivimos en el hostel de La Paz, quiero aclarar que la ciudad nos pareció impresionante. Realmente la pasamos muy bien. Dejando de lado al primer recepcionista que no respetó la reserva que habíamos hecho vía mail y fue un poco mala onda, el resto de la gente muy amable. Incluido el electricista profesional (aunque siempre sospechamos que fue al primero que agarraron y no tenía mucha idea de lo que estaba haciendo). El resto de los hostels y hoteles en Bolivia fueron muchísimo mejores. Realmente muy lindos lugares y la gente super atenta. Si planean un viaje a este gran país, no duden en leer mi BOLIVIA: Guía de viaje

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Cualquier pregunta o recomendación que tengan, no duden en escribirme más abajo. Y si quieren contar cual fue su peor experiencia en un hostel o en un hotel, bienvenidas sean! Siempre hay gente que la pasó peor que nosotros, y si pasado un tiempo, podemos reírnos de eso, mucho mejor 🙂

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